VISIÓN ESPIRITUAL BORROSA
No necesitamos que la Biblia nos enseñe una verdad obvia: los afanes de esta vida y sus riquezas son temporales ( Nota) . Aquí no hay nada que dure, y lo que perdura, por cierto, no lo hace por mucho tiempo. Como dijo Pablo: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:18). Los cristianos son miopes cuando se centran en los afanes de este mundo antes que en el camino que conduce al cielo. Y hay pocas cosas que pueden cegar más la percepción de ese camino que el engaño de las riquezas. Helen Keller, que era ciega, dijo: “La persona más patética del mundo es alguien que tiene vista, pero no tiene visión”. La Biblia está llena de ejemplos de personas que podían ver pero que, en realidad, eran espiritualmente ciegas.
“Algunos aman tanto el mundo que este consume su amor por la verdad.
A medida que sus tesoros aquí aumentan, su interés en el tesoro celestial disminuye. Cuanto más poseen de este mundo, con más fuerza lo abrazan, como si temieran que su codiciado tesoro les fuera quitado. Cuanto más poseen, menos tienen para conceder a los demás porque, cuanto más tienen, más pobres se sienten. ¡Oh, el engaño de las riquezas! Ellos no verán ni percibirán las necesidades de la causa de Dios” (SG 2:267).
La visión espiritual borrosa pone en riesgo la salvación eterna. No es suficiente tener a Jesús a la vista; debemos centrarnos en él.
Lee Mateo 13:3 al 7 ( CB ) , y 22 ( CB ) . ¿A qué peligro se refiere Jesús? ¿Por qué es fácil que cualquier persona, rica o pobre, caiga en esta trampa?
En primer lugar, Jesús nos advierte acerca de “las preocupaciones de esta vida” (Mat. 13:22, NVI). Jesús sabe que todos tenemos preocupaciones, incluyendo las financieras. Los pobres se preocupan porque no tienen suficiente, los ricos se preocupan sobre qué más podrían necesitar. Solo debemos asegurarnos de no permitir que esas preocupaciones “ahog[ue]n la palabra” (Mat. 13:22) en nuestra vida.
En segundo lugar, Jesús nos advierte sobre “el engaño de las riquezas” (Mat. 13:22). Aunque las riquezas no son malas, aun así poseen el poder de engañarnos de una manera que puede conducirnos a nuestra destrucción final.
¿En qué medida puedes ver en tu vida el “engaño de las riquezas”? ¿Qué decisiones prácticas puedes tomar para protegerte de este engaño?